No se trata de ser fanboy, o de ser una marca. Se trata de ser personas, diversas y diferentes en un mundo donde el debate no puede dejar de existir.
El fenómeno reciente ya bautizado como “fanboy”, está empezando a ser popular por internet. Estamos llegando a niveles donde criticar es imposible sin recibir un improperio desfasado, y que juzguen sin saber sobre nuestro criterio o forma de pensar. No puedes dar tu opinión sobre algo supuestamente perfecto, pues una defensa con capa y espada vendrá a pararte de pies. En resumen: estamos perdiendo la cabeza en un lugar tan “inofensivo” como el tecnológico.
Por defender aquella marca, aquella aplicación o aquel fabricante de smartphones como si de tu vida ello dependiese no vas a obtener ningún beneficio más que una discusión idiota. Si bien son útiles, no dejan de ser aspectos de la vida meramente complementarios por los que no merece la pena enzarzarse en una trifulca. No olvidemos que cerrarnos a defender algo que no es determinante para nuestra existencia nos cierra la mente a muchos otros campos. Porque no somos “fanboys”: somos personas.
Hay más allá de tu simple argumento
Voy a ser lo más comedido que mis palabras me permitan, puesto que es un tema tan delicado que probablemente hará arder la caja de comentarios (por supuesto, eres totalmente libre de opinar). Estoy bastante quemado y preocupado por el nivel de agresividad que adquieren algunas conversaciones sólo por resaltar de forma lógica el fallo de algo. Esto se ha dado de forma muy repentina en el mundo tecnológico, provocando una especie de “pelea” que hace que la comunidad sea mucho más hostil hacia ciertas opiniones o ideales.
En cierta parte, creo que es algo que las mismas marcas quieren. Es decir, ¿Qué mejor publicidad que la que nosotros hacemos y de forma gratuita? Cuanto más hablemos de ello mejor para las marcas. De una forma u otra, ganarán fama. Por lo que podemos deducir que el único beneficio que salga de pelear con espadas para proteger tu marca de teléfonos favorita se lo llevarán ellos. Tú no. Nada de nada. Y no sólo eso: dependiendo de la misma conversación, puede que no sólo no ganes nada, sino que pierdas bastante.
Además, eso hace que te enfoques sólo en esa marca. Esa marca de teléfonos, esa aplicación, ese artista son tan maravillosamente fantásticos que sólo quieres productos de ellos. Pongamos un ejemplo. Yo, hasta hace bastante poco era un fiel defensor de la marca OnePlus. Incluso cuando fui de viaje a trabajar a Mexico, mi primer sueldo acabó en los bolsillos de la firma china para comprarme el OnePlus X. Un dispositivo que me encantó y del que guardo muchísimos recuerdos. Y antes de que alguno diga que esto es un ataque a dicho fabricante, no, no es así.
Estaba contento con la marca. Un soporte técnico sobresaliente (incluso al día de hoy), dispositivos baratos y con un software y hardware nada despreciable. Y sí, por supuesto tuve mi época de atacar a quien osaba proferir alguna mala palabra contra OnePlus. Pero más tarde salí de mi encanto: su mala política de actualizaciones y el repentino abandono de mi OnePlus X me hicieron darme cuenta de la realidad. No eran tan buena marca como yo pensaba. La firma al día de hoy tiene muchos ventajas por las cuales yo la recomendaría en el acto, pero es innegable que, como todas, ha hecho cosas mal y por lo cual se le debe criticar. Como al resto.
Quién más bulla hace, más arriba está
Lo que arriba leíste es una frase de un viejo amigo. Y ahora empieza a tener todo el sentido del mundo. Me decía que cuanto más bulla hace alguien, más arriba está. Se está empezando a creer que por gritar más y por ser más agresivo más razón tendrás. Se puede debatir como personas humanas, sin levantar la voz ni descalificar al rival. Una de las principales consecuencias de ser tantos humanos en el mundo es que muchos somos diferentes. Y que otra persona no esté de acuerdo contigo no significa ni que te ataque, ni que tú tengas menos razón. En definitiva: no pasa nada malo.
Por supuesto, todo en esta vida tiene su punto negativo. Todo. Y últimamente se está viendo la estrategia de descalificar los argumentos del otro exagerándolos al máximo. No sería la primera vez que me dicen que tal marca lo esta haciendo mal y diciéndome miles de criticas, más de lo que yo critico, sin haberla mencionado siquiera antes. Para los que no lo entiendan, pongo un ejemplo, que de hecho es verídico:
- Brother, yo creo que lo de los laterales a presión del HTC U11 es algo poco práctico e inútil. No sé, no le veo el sentido.
- Habla Good, Pues funcionan genial, ni me están explotando en las manos ni estoy cargando el equipo a cada rato.
- A mi el Google Pixel no tiene nada original más que su Android, a si que no veo que tengas razón.
¿Ven a qué me refiero?
No sólo no he mencionado en ningún momento al Google Pixel, sino que tampoco he dicho que dichos laterales del HTC U11 funcionaran mal o perjudicaran al dispositivo. No sólo no tiene sentido poner palabras en la boca de alguien cuando siquiera se han formulado, sino que es un recurso tan trillado y tan inútil que consigue que la otra persona pierda el interés (por lo menos en mi caso) de seguir discutiendo.
Y estarás dando una impresión o equivocada, o desgraciadamente realista de ti. Y no creo que quieras eso.
No por criticar estamos atacando a nadie. No por opinar diferente odiamos aquello. No por ver los fallos a algo que necesitas estamos desprestigiándolo por saña o porque nos cae mal. No somos animales con odio esperando a consumir nuestras cuerdas vocales. Somos humanos, con mentes e ideas diversas y plurales.
Sé una persona, no un “fanboy”
Con este artículo no pretendo atacar ni poner a nadie por encima de nadie. Lo que muchos defienden casi rayando la obsesión no representa nuestra fina piel, puesto que no la tenemos. Por mucho que esa aplicación sea genial, el hecho de criticarla no significa que la odiemos y queramos destruirla. Por mucho que ese fabricante de teléfonos te haya dado un smartphone de ensueño, no es perfecta. Nadie es perfecto. Absolutamente nadie. Y no sólo te ahorrarás un mal trago discutiendo con alguien a quien probablemente no veas debido al anonimato de internet, sino que demostrarás criterio y entereza haciendo que te rodees de personas afines y con las que mantener charlas distendidas y saludables.
Les contaré una anécdota para que vean más o menos por dónde van los tiros. Soy un fanático de una saga de videojuegos, Kingdom Hearts. Me encanta esta saga de títulos, y me podría incluso calificar como un pequeño obsesionado de ella. Pues bien, si son gamers sabrán que posee multitud de fallos. Una historia bastante enrevesada, una “fragmentación” por consolas demasiado enorme y con innumerables defectos argumentales y técnicos. Y los reconozco. Los acepto. Porque son reales. Y porque verlos es algo sano pues podemos aprender a ver las dos caras de la misma moneda. Sí, me encanta Kingdom Hearts. Pero soy el primero en tirarles de las orejas por ciertos motivos. Y nunca voy defenderla a capa y espada si eso supone pasar por encima de los demás.
En resumen no seas el escaparate de una marca, dándole publicidad a costa de tu integridad. ¿Vas a recibir un premio por defenderlos? ¿Vas a recibir un perjuicio abismal porque una persona opine algo diferente a ti? Se vive de forma mucho más sana sin “peleas” típico de internet. Además, como bien he dicho, una de las cosas que más me gustan de la tecnología es que es un campo pacífico en el que somos unos aficionados por todo lo que tenga que ver con ella. No convirtamos un hobby tan ameno en una guerra por la superioridad racional cuando ni vamos a ganar ni vamos a perder.
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